Una sombrilla, una manta, un sombrero son objetos para la protección y el abrigo. Los animales disponen de cáscaras, de escamas, de plumas, de pieles. Los humanos usamos abrigos que nos protegen del frío, impermeables que nos protegen de la lluvia, cremas protectoras y gafas de sol.

Los animales pueden ser grandes constructores. Hay pájaros con nidos extremadamente elaborados. Las termitas construyen grandes edificios en altura, los castores hacen presas que propician la creación de humedales. Colmenas, hormigueros, conchas de moluscos, madrigueras… un sinfín de curiosos refugios en los que sobreviven individuos de todas las especies.

Nuestros antepasados homínidos, cuyo refugio eran los árboles, se alojaron aprovechando rincones, grietas, cuevas y otros enclaves naturales. Mucho más tarde las primeras construcciones se excavaron en rocas, se elevaron sobre cerros, buscando siempre esa protección inherente a la arquitectura.

Los condicionantes de esa arquitectura primitiva fueron la temperatura, el viento y la humedad. Los recursos disponibles: la tecnología y los materiales. Y el elemento determinante último, el modo de vida de los pueblos.

En latitudes polares los recursos son escasos y se utiliza como material de construcción el agua, en forma de bloques de nieve aparejados en superficies de doble curvatura hasta formar iglús. En otras regiones cercanas a canteras, la piedra; a bosques, la madera; si se trata de comunidades nómadas; las pieles; en desiertos, los textiles. Existen múltiples combinaciones y variantes de todos estos tipos. Refugios que se transportan, refugios que se mueven sobre ruedas o mediante velas, refugios sobre árboles y sobre el mar, refugios bajo tierra. Hay tantos tipos de refugio como sociedades en el mundo.


Práctica

Construcción de un refugio: partiendo de un juego de barras y nudos se trabajará en equipo la construcción de un refugio para entender los sistemas estructurales.